Por: Fedra Venturini
Hace más de 40 años, miembros de las Fuerzas Armadas tomaron el poder de nuestro país en un abrupto golpe de Estado, donde tomaron el control de todas las formas de expresión posibles para el hombre. En esta columna especial, Aires de Rock repasa aquellos artistas que intentaron ser callados y los que decidieron decir “nunca más” a través de su música.
Muchos artistas argentinos tuvieron que abandonar sus tierras, ciudades e incluso familias, ya que estaban siendo amenazados de muerte por el llamado “Proceso de Reorganización Nacional” el cual, entre sus muchos objetivos, deseaban disciplinar a una masa de jóvenes que eran influenciados por la música y, especialmente, el rock. Se enviaron listas a las emisoras de radio a nivel local y nacional por parte de las Fuerzas Armadas, con todos los nombres de artistas y canciones que no podrían ser pasadas al aire bajo ningún concepto. Desde luego, la posibilidad de intentarlo estaba, bajo un muy alto costo. Todo joven que escuchara a este género musical o cualquier otro que no fuera aprobado por la Junta, sería apuntado automáticamente como subversivo. Alberto Spinetta, Charly García, Leon Gieco, Queen, Rod Stewart, Pink Floyd e incluso artistas del género de otros géneros como María Elena Walsh, Horacio Guarany, Palito Ortega, entre otros, fueron obligados a dejar los instrumentos musicales de lado, bajo el riesgo de desaparecer.
Contra todo pronóstico, en lugar de ser silenciados, ellos mismos tomaron las riendas de una protesta silenciosa, que luego comenzó a hacer ruido en aquellos jóvenes que seguían soñando con encontrar, algún día, la libertad. Muchos artistas, ya fuera desde el exilio o desde el propio país, comenzaron a escribir su música, enviando mensajes metafóricos a través de sus letras y sus melodías, que sólo podían entenderlos ellos, los que resistían a la dictadura de la cabeza para adentro y luego, rompían el silencio en las asambleas estudiantiles clandestinas y también en los conciertos en que los “jóvenes confundidos” (como los llamaban los miembros de la Junta Militar en varios discursos) se mostraban más decididos que nunca.
Las consecuencias no tardaron en llegar, ya que en poco tiempo la misma Junta comenzó a tomar nota de aquellos jóvenes que pudieran ser posibles subversivos, guerrilleros o resistentes al Proceso, comenzando el conocido procesos de detención, desaparición, tortura y asesinato clandestino que se llevó a 232 adolescentes de sus hogares, sin dejar ningún rastro y que, hasta el día de hoy, sigue sin saberse nada.
Para rememorar la tragedia, para recordar a aquellos desaparecidos, para seguir preguntando en dónde están y, más que nada, para pedir justicia y no olvidarlos, los artistas inspiraron nuevas canciones que se convirtieron en himnos por la memoria, la verdad y la justicia. Temas como “Alicia en el País” y “Los Dinosaurios” de Charly, “Todavía Cantamos” de Víctor Heredia, “Nunca Más” de Gieco, “Canción Inútil” de Attaque 77, “Living de Trincheras” de Divididos (de la banda sonora de la película “Infancia Clandestina”) y “Rasguña las Piedras” de Sui Generis (que se la recuerda
por ser la banda sonora de “La Noche de los Lápices”. Éstos y muchos otros temas que antes fueron callados, silenciados y tratados de mantenerlos en la oscuridad, volvieron a sonar en los estéreos de la Argentina. Pero ya no suenan igual, ni se las escucha de la misma forma, porque llevan el recuerdo de aquellos jóvenes que lucharon, que resistieron y que soñaban un país mejor. “Ellos serán adolescentes por siempre” decía Attaque 77 en su canción. Y así será.