Por Federico Grassi
Historias
que se transmiten en sonidos. Notas que tocan lo más profundo de uno y
despiertan emociones que quizá el hombre moderno, entre tanta tecnología y
vorágine que representa la vida en la ciudad, fue sepultando a lo largo de los
años. Hundirse en lo más profundo de los recuerdos personales, evocación de eso
que perdimos o buscamos, todo plasmado en una obra con diferentes actos… Estas líneas describen desde mi perspectiva un show de Sig Ragga para
quien no los conozca, o no haya tenido la oportunidad de verlos en vivo
aún.
En el marco del lanzamiento de su
nuevo trabajo discográfico, La Promesa de Thamar, la banda se está embarcando
en una nueva gira que dió inicio el sábado 24 de Septiembre en Santa Fe, ciudad
natal de aquellos Sig Ragga Naurú nacidos en 1997, y que después de tantos años
de recorrido, se encuentran nuevamente con un público local que siempre los
recibe con calidez y que tuvo la suerte de poder escuchar de
“premiere” un poco del nuevo disco, lanzado el viernes 16 de Septiembre a través de plataformas digitales de música.
Eran las 10 menos cuarto de la noche
aproximadamente, cuando las luces del Centro Cultural ATE Casa España se apagaron y
comenzó esa ya característica introducción con piano que anuncia el inicio del
ritual de la banda santafesina. Ya abierto el telón, la banda introdujo
Chaplin, segundo single de Aquelarre, más que apto para iniciar en este caso, donde las melodías parecían encajar a la perfección con la arquitectura de la
sala del centro cultural y se comenzaba a respirar arte en su estado más puro.
El recital continuó con Puntilla Il Kaffa, de su primer disco, lanzado en 2009
y que continuaba ese encantamiento de sonidos donde se conjugan a la perfección
los bajos de Juanjo Casals, los punteos oníricos de Nico Gonzalez, los pesados
ritmos de Pepo Cortez, y donde la voz de Tavo Cortez es en este caso es un
instrumento más, sin la necesidad del uso de un lenguaje para expresar mucho
con sus melodías.
Las canciones siguieron fluyendo entre medio de ovaciones del
público, que se mantuvo sentado hasta el inicio de “En el infinito”, donde
invitados por gestos de la banda, casi todos los presentes se despegaron de los
asientos para balancearse ante las conmovedoras melodías. Cabe destacar que si bien este recital no fue
una presentación oficial de su nuevo disco, La Promesa de Thamar, se abrió un
lapsus temporal nuevo para aquellos acostumbrados a dejarse llevar por las
canciones de sus dos discos anteriores, y entre el variado popurrí de ya
clásicos, la banda presentó primero “Angeles y Serafines”. Siguieron “Un Grito
Impotente”, “Girasoles”, y “Arlequin”.
“Muy poco llevamos en la tierra” decía un
fragmento de la letra en esta última canción presentada de La Promesa de Thamar, mientras
las luces del teatro se encendían iluminando a todos los presentes. Tomando
magnitud del mensaje que se transmitía, a su vez recordamos que el show de la
banda no solo consiste en lo musical, sino que es una conjugación que combina diferentes lenguajes escenicos como la teatralidad y las luces. Luego de la larga ovacion por este calido regalo
de 4 nuevas composiciones, la banda continúo el viaje. Así pasaron sonaron
canciones de la talla de “Como un tren a las nubes” y “Resistencia indígena”. Por supuesto que la jornada no podía terminar sin los clásicos más esperados: “Feliz”,
“Severino Di Giovanni” y “Orquesta en Descomposicion”. Para ese entonces todos
los presentes nos encontrábamos parados, en pleno trance de expresión corporal, y haciendo vibrar el piso del teatro como muy pocas veces he sentido.
Una poderosa y vertiginosa versión de
Matata dio cierre con broche de oro a la noche. Sig Ragga contagio el del
Centro Cultural ATE Casa España con una energía especial, que sana a quienes tienen la posibilidad de asistir. Nadie es el mismo
luego de una buena dosis de esta banda en vivo, y eso se ve en las caras, en las
expresiones de asombro de quienes salen del lugar del encuentro, paraiso donde el cuerpo y la mente experimentan el placer de estar cara a cara con esta orquesta de 4 personas, y se sanan u olvidan de las penurias que debemos afrontar al volvernos a internar en la jungla de cemento, con todo lo que conlleva.
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