El sábado 3 de Octubre mis ojos vieron algo que imaginaba desde hace mucho tiempo. Dentro de la vorágine y el desenfreno que implica un recital de Rock desde arriba de un escenario para un músico, confirmé que es posible dirigir una banda con un sonido completamente eclético cual orquesta sinfónica. Octafonic dió cátedra de esto en Tribus Bar y dejo a muchos con la boca abierta.
Eran las once y media de la noche aproximadamente cuando los preparativos técnicos llegaban a su fin y el ambiente ya mostraba signos de dar a luz al monstruo de 8 integrantes (en esta ocasión). De repente, junto con el ingreso de los músicos al escenario, iniciaba la pista de Welcome to life, introducción y primer tema de Mini Buda, disco que venían a presentar en esta segunda visita a la capital santafesina. El octeto se aplaco a la pista con Nico Sorin, frontman y vocalista haciéndose cargo también de los teclados y a la cabeza de la orquesta. Terminada esta presentación y ya iniciado el concierto de este pulpo de 8 brazos, la banda se remonto al 2014 para realizar una deliciosa versión de Mystifying y comenzar a agitar las caderas del público presente. Clásicos como Plastic, Love y Wheels sonaron mientras God, el ya esperado Mini Buda y la bizarra Nana Nana se abrían paso por primera vez para muchos, asi como había sucedido la noche anterior en Rosario. Cabe destacar que el show consistió en la presentación completa de su último trabajo discográfico sin el orden de canciones que presenta, y el repertorio intercaló canciones del mismo con algunas de Monster.
Con una lista impecable, otro punto alto fueron las complejas improvisaciones que se llevaron a cabo entre temas. Desde un aceleradísimo bluegrass interpretado por el guitarrista Hernan Rupolo (¡como bailaban esos dedos!) y el baterista Ezequiel “Chino” Piazza , hasta un funk comandado por Cirilo Fernandez (bajista) y acompañado por el Chino, quien luego tomo las riendas del asunto dejando a todos impresionados mientras ejecutaba un virtuoso solo. Frente a la orquesta, Nico Sorin comandaba con su voz, y con sus manos dirigía velocidades e intensidades de los instrumentos en algunas canciones, acelerando, frenando y más que nada jugando con el resto de la banda, que captaba instantáneamente las intenciones buscadas. No menos importante, durante todo el show un ya casi integrante de Octafonic, asi como de Eruca Sativa y otras bandas del país, Diego Biskup, estuvo siempre presente atendiendo las cuestiones técnicas de urgencia en el escenario.
Con el amague de finalizar el recital con Slow Down, último tema de Mini Buda, la banda se quedó para un bis que consistió en la balada That’s Ok y What, furiosa composición digna para cerrar el show brindado en Tribus Bar. Los niveles de manija quedaron más altos que nunca en la gran mayoría de los presentes, incluyéndome, y ya estamos a la expectativa para que Octafonic se presente nuevamente por la zona del Litoral.
Fotos por Agostina Reula
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