Por Tabaré Echeverría
La noche, para lxs entrerrianxs que cruzamos el túnel, comienza cuando te subís al interurbano. Es ese el momento en que sabes si llegas tarde o no. Los horarios de recitales son más mentirosos que un político, hay que estar atentx y siempre salir temprano. Cuando el Etacer paró en la terminal salí disparado hacia Demos Comunidad Cultural Emergente, uno de los espacios donde más se está promoviendo la cultura y la buena música en Santa Fe.
Al llegar al lugar, estaba tocando The Capuchons, una banda bastante indescriptible que se sube al escenario con 4 monos con pasamontañas de látex. Guitarra, bajo, teclado y synthes que sonaban a un post cyber-punk, su descripción en Facebook dice: SUB cultura, psicofármacos y S K A T E. Los sonidos, al menos del último tema al que llegué, eran de una disonancia constante que desorientaba a cualquiera. Pero esa no era toda la parafernalia de los Capuchons, él que manejaba el teclado y los synthes grababa loops de su voz en un micrófono extrañamente adaptado dentro de una lata, otro tiraba avioncitos de papel con mensajes al público, sentado en el sillón que luego formaría parte de la escenografía de LOUTA.
Lo cierto es que su show fue bastante desconcertante, un poco indescifrable pero muy curioso. Yo aproveche el desmán para comprarme una birra, prender uno y acomodarme en el lugar desde donde vería a LOUTA. La espera fue de 15 minutos en lo que la gente relajó y esperó con ansiedad.
Apareció en el escenario con ambos puños en alto, cual campeón de boxeo y con la cara arrugada de concentración. Si algo debemos decir, es que LOUTA nunca se sale de su personaje, todas sus expresiones están perfectamente calculadas y ensayadas. Enseguida subieron un bailarín y una bailarina con la misma expresión de seriedad en su rostro, junto con los beats, comenzaron a bailar.
No hay músicos en el escenario, por eso la atención está siempre en lxs bailarinxs y en la escenografía. Vemos un sillón de cuero rojo, muy estilizado, plantas de interior, una mesita con retratos y un gran cuadro de venados por detrás. Nadie se distrae, Jaime James (LOUTA) propone una performance plástica genial: zapatos, pantalón de vestir, chomba y pelo engominado para un costado para cantar canciones electrónicas bien explosivas y subidoras.
Además, el show está lleno de sorpresas, Jaime canta con cambios en la escenografía todo el tiempo: un marco con fondo de nubes, figuras de tamaño humano con su forma y hasta una pelota inflable en la que se mete, ¡en el medio del público! La música oscila entre los temas de su disco anterior, algunos nuevos, beats sueltos y hitazos del pasado que todxs bailamos con entusiasmo nostálgico.
La comunión entre público y artista son parte fundamental del show, Jaime lo sabe y estimula ese ida y vuelta constantemente. Se pone sentimental, recita versos desamorados e introspectivos, da discursos que aluden a la revolución de la juventud y no esquiva cuando le alcanzan un pañuelo verde, el que hoy marca la diferencia, no duda en atarlo a su cuello y mostrarlo orgulloso, “¡vamos a cambiar todo uacho!”.
