El centro cultural santafesino Demos celebró su primer aniversario el viernes con un evento que tuvo de todo. El plato fuerte de la noche fue la presentación de Los Mutantes del Paraná, que hicieron bailar al público con su alocada música. El espectáculo incluyó la actuación de Pacho y los Limones, la musicalización del Dj Dubkito y varias intervenciones artísticas.
La noche del viernes fue una noche de festejo en Demos. Es que el centro cultural ubicado en pleno centro santafesino cumplió un año de vida, y lo celebró con un evento multifacético que, como toda buena fiesta, empezó temprano y terminó bien tarde. El salón, decorado con una muestra de fotos que recordaba los distintos momentos que atravesó Demos a lo largo de su primer año, se llenó de gente ávida de buena música.
La noche comenzó tranquila con una serie de intervenciones teatrales y de canto colectivo, que sirvieron para que la gente fuera preparando sus sentidos y agudizando la percepción. Luego fue el turno del Dj Dubkito, que con su mezcla de electrónica y sonidos tropicales provocó las primeras danzas de la noche. El ambiente era cálido, con una iluminación tenue y unas visuales psicodélicas y delirantes a cargo de Vj Mike.
Después, Pacho y los Limones subió al escenario y brindó un show explosivo poblado de canciones de su único disco, “La libertad es cualquier cosa”. El sonido de la banda combina ritmos enigmáticos y computarizados con secciones virulentas y casi punk, llenas de distorsiones y gritos de parte de Pacho Geller, el compositor de todas las canciones.
Finalmente, y cuando las horas ya le pertenecían al sábado, Los Mutantes del Paraná se colgaron los instrumentos y brindaron un show fantástico. La banda de Buenos Aires se presentó con cinco de sus integrantes: Nahuel Dirrheimer y Carlos Valerio en guitarras, Santiago Dirrheimer en contrabajo, Damián Chávez y Santiago Rudas en las percusiones. Sin embargo, en algunas canciones Santiago Dirrheimer agarraba el bajo eléctrico y Carlos Valerio el teclado.
El resultado fue arrollador. Un sonido único con reminiscencias gitanas y árabes, con momentos jazzeros, con momentos que suenan pesados aún cuando todos los instrumentos son acústicos. La música de Los Mutantes del Paraná no tiene letra, y cuando hay voz, lo único que hace es cantar onomatopeyas. Las guitarras se fusionan a la perfección, el ritmo es siempre trepidante, y el resultado es festivo, casi cómico. Así lo interpretó el público, que bailó desde la primera canción y se fue soltando con el correr de los minutos para terminar en un estado de éxtasis ritual. Con las últimas notas cerró una noche hermosa, que fue realmente una fiesta, tal como la que se merecía Demos.
