Primero por el hallazgo de un cuerpo - hasta esta tarde desconocido- algunos ya especulaban con que era él, otres teníamos una esperanza de que no lo sea. Quizás una esperanza un tanto ingenua de que apareciera vivo, a pesar de que las estadísticas dan una expectativa negativa cuando el tiempo transcurre y la persona no aparece. Luego circularon unas fotos que contribuían al morbo mientras que la familia de Santiago estaba cuidando a un cuerpo cerca del río. “Estuvimos desde las 13.00 hasta las 20.00 al lado de ese cuerpo porque no confiamos en nadie y para que nadie le hiciera nada y que no lo tocaran”, dijo Andrea Antico, cuñada de Santiago.
Miles de versiones transcurrieron durante estos 81 días sin él, tanto del oficialismo como les que opinan distinto. Muchas fueron malintencionadas, desprestigiando sus convicciones, su familia, la comunidad Mapuche, quienes marchaban para pedir su aparición con vida y hasta a él mismo. No importaba si lo conocían o no, las noticias se compraban para reafirmar la opinión de une o para contradecirlo.
La espera de saber si era o no fue insoportable para ese público que estaba atento a la actualización de las noticias digitales o de los canales informativos. Sin embargo esa espera no es comparable para esa familia que desde el 1 de agosto lo buscaba incesantemente y que estuvo durante 7 horas cuidando un cuerpo con desconfianza a que le hicieran algo, porque ya saben que la justicia es para muy pocos y que el Estado protegió a Gendarmería y desprestigió a su hijo, su hermano, su cuñado y su compañero.
“Es Santiago”, dijo Sergio Maldonado en la puerta de la morgue judicial. Sin saber que del otro lado, a muches la piel se nos eriza, el nudo en la garganta se hace presente mientras las lagrimas caen por la mejilla, porque sin conocerlo supimos de sus luchas, las banderas que él levantaba y porque entendemos que cualquiera de nosotres pudo haber sido, y que perdimos a un compañero por las mano de Gendarmería.
Por: Gabi Coronel
